Ayer me despedí de Instagram por una temporada indefinida. Es la segunda vez que dejo la red social y la primera vez que me despido de mis “seguidores” (aunque no me gusta el término “seguidor”). Me voy por varias razones. La primera es porque puedo, pues no vivo de ello. La segunda es porque no le encuentro sentido. Tras casi dos años probando cosas, apenas he conseguido nada que no pudiese hacer con mi red de contactos. Es cierto que me han pasado cosas muy interesantes, pero no sé si la dedicación merece la pena. La tercera es que he sido víctima de mi experimento: tratar de editar una revista. Quizás no se ha entendido porque el contenido no encaja o además, siendo fiel a las acertadas observaciones de Patri y Quino, todo estaba demasiado estructurado. La cuarta es que creo que Instagram es altamente adictivo.
Mi flipa!