La primera semana sin Instagram ha ido bien. Mi tiempo de pantalla en el móvil se ha reducido casi en un cuarenta por ciento. Echo de menos algunas cosas, ninguna de ellas imprescindible: alguna que otra conversación espontánea o ver las historias de conocidos que, en un momento, te sacan una sonrisa. Como intuía, el hecho de abandonar la red social ha causado más impacto entre las personas con las que, en realidad, tengo conexión por otras vías. Me ha sorprendido descubrir singularidades de las “conversaciones” que se producen alrededor del contenido que generamos en internet. Por ejemplo, compartir algo que te inspira y mencionar a su autor aunque no tenga publicaciones o actividad reciente en una red social. Es paradójico.
Tiempo de pantalla
Tiempo de pantalla
Tiempo de pantalla
La primera semana sin Instagram ha ido bien. Mi tiempo de pantalla en el móvil se ha reducido casi en un cuarenta por ciento. Echo de menos algunas cosas, ninguna de ellas imprescindible: alguna que otra conversación espontánea o ver las historias de conocidos que, en un momento, te sacan una sonrisa. Como intuía, el hecho de abandonar la red social ha causado más impacto entre las personas con las que, en realidad, tengo conexión por otras vías. Me ha sorprendido descubrir singularidades de las “conversaciones” que se producen alrededor del contenido que generamos en internet. Por ejemplo, compartir algo que te inspira y mencionar a su autor aunque no tenga publicaciones o actividad reciente en una red social. Es paradójico.