Durante una hora y media pude ser feliz
Comiendo chocolate y palomitas de maíz
Sintiendo que era yo el que besaba a aquella actriz
—Nacho Cano
Inmersión. Eso es lo que vivo ante una buena película de cine. No importan las tareas que tenga pendientes, lo difícil que haya sido la semana o lo cansado que esté. Cuando una película me engancha con su historia, inevitablemente me transporta a su realidad. Me permite vivir otras vidas en otros tiempos. Una hora y media de desconexión para conectar con un universo nuevo creado gracias al esfuerzo de muchas personas. Un abanico de emociones que se diluirá poco después de que, sobre la pantalla, se proyecten los nombres de quienes lo han hecho posible. Y eso es todo. Fin. La vida sigue.
A.
🎨 Pupapop
Joanjust now
La inmersión, en mi opinión, mejora cuando te sientas en una butaca de cine. Esa liturgia de pagar la entrada, entrar en una sala acondicionada, se apagan las luces... Y empieza el viaje a otros sitios o a otros tiempos. Me preocupa que la posibilidad de vivir esa experiencia vaya muriendo con los acontecimientos de estos últimos tiempos. Las productoras cada vez apuestan más por las plataformas de streaming y, sin denostar el formato, por lo menos para mí, no es lo mismo ver una película en casa - llena de distracciones - que verla en un cine.