La semana pasada le rendí homenaje al gran David Hockney con una fotografía que tomé en La Parra una mañana del 14 de septiembre de 2019. Estoy seguro que el bueno de Hockney nunca habría catalogado esa creación mía como arte, ni siquiera siendo él quien hubiera disparado la cámara.
Hockney es un artista que a lo largo de su carrera ha experimentado con muchas técnicas. Si bien es cierto que la pintura de esa primera etapa californiana es lo más reconocible de su extensa obra. Para Hockney la pintura tiene una relación con el tiempo. El resultado contiene en sí mismo la cantidad de tiempo necesario para crearla, algo que la fotografía a priori no tiene.
A principios de los 80 un comisario del Centro Pompidou visitó al artista en su casa de Los Ángeles para documentar sus cuadros con una cámara Polaroid. Al irse, dejó allí algunos paquetes sin usar. Hockney, como el explorador que es, empezó a usar esa película para fotografiar el interior de su casa. No lo hacía tratando de capturar la totalidad, sino usando cada instantánea para recoger un fragmento que luego juntaba en una suerte de retícula. El resultado era una representación cubista que permitía mirar un mismo lugar desde diferentes ángulos y en distintos momentos, lo que hacía de esas fotografías algo tan minucioso como cualquiera de sus cuadros de colores saturados y planos.
A.
📽 Hockney
Grande Hockney... siempre aprendo de él y, por supuesto, de sus colores!!!